El hecho ignominioso conocido como La Noche de los Bastones Largos significó un retroceso en materia cientÃfica y académica de una nación que ya contaba con dos premios Nobel y sumarÃa tres más, pese a estos embates de brutalidad en todo sentido.
El régimen cÃvico militar del general Juan Carlos OnganÃa decidÃa el 29 de julio de 1966 ponerle fin a la autonomÃa de las universidades nacionales y ocupaba por la fuerza cinco facultades porteñas, donde autoridades, docentes y estudiantes resolvieron resistir la medida.
Las universidades se vaciaron de cerebros privilegiados y varios programas fueron disueltos o desmantelados.
Entre ellos, el programa informático del Instituto del Cálculo, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, padeció ese factor destructivo y privó a la Argentina de ser pionera en la materia, gracias al impulso con el que habÃa lanzado el primer departamento de computación del paÃs.
Estamos en comienzos de la década de 1960, en una época en que no existÃan computadoras salvo en instituciones de punta de naciones potencia. La Mercury que llegó a Buenos Aires fue la primera o segunda de Latinoamérica. Los ingenieros a cargo de operarla la bautizaron La Clementina, porque tenÃa una cinta sonora de testeo con la música de "oh my darling, Clementine...".
La computación entonces se hacÃa a mano, sobre la mesa, con calculistas que hacÃan eso, cálculos. Luego estaban la clásicas máquinas de calcular de escritorio. La computadora introdujo una nueva forma de "cálculo", que incorporaba la lógica por sobre el mero cálculo numérico, es decir, la capacidad de interpretar información.
En 2011 se conmemoraron los 50 años "de la computación en Argentina” en el Pabellón 1 de Ciudad Universitaria, donde el 15 de mayo de 1961 abrió sus puertas el Instituto del Cálculo. Allà se exhibe parte de lo que quedó de La Clementina, una Mercury Ferranti importada de Inglaterra, que contaba con cinco mil válvulas alojadas en 14 armarios.
Pero esa multiplicación geométrica de capacidad solo fue posible gracias a que alguna vez se construyeron esos artefactos pioneros. El progreso incalculable de la Inteligencia Artificial, capaz de desarrollarse y mejorarse a sà misma, es producto de avances sin interrupciones desde entonces.
La Noche de los Bastones Largos representa la interrupción de un proceso que pudo llevarnos a liderar desarrollos informáticos.
La Noche de los Bastones Largos representa, entre otras cosas trágicas de nuestra historia, la interrupción de un proceso que pudo llevarnos a liderar desarrollos informáticos y, quien sabe estar hoy compitiendo de igual a igual con las principales potencias de la industria de la computación y la teconologÃa.
Claro que es contrafáctico, pero el dato de que nuestro paÃs es un gran exportador de conocimiento informático, aplicaciones y juegos, nos da un indicio de que aquel camino segado por la mano iletrada de aquella dictadura pudo habernos conducido a los primeros lugares de una carrera que, claro está, no tiene techo.