En el corazón de cualquier sociedad próspera late un sistema educativo robusto. Es en la escuela donde se forman las mentes que liderarán el futuro, donde los valores se transmiten y donde se construye la igualdad de oportunidades. Sin embargo, en Argentina, el sistema educativo ha experimentado décadas de abandono, un deterioro que no solo afecta la calidad de la enseñanza, sino que también compromete el futuro del país entero. 

Nos encontramos ante la oportunidad histórica de implementar un marco normativo que garantice la continuidad del derecho a la educación, incluso en situaciones de conflicto gremial. La Educación Estratégica Esencial busca equilibrar los derechos constitucionales de los docentes con el derecho igualmente fundamental de los estudiantes a recibir una educación continua.

Un sistema educativo en crisis

Las estadísticas son elocuentes: la mitad de los estudiantes de tercer grado no comprende lo que lee. En contextos vulnerables, este porcentaje se eleva al 61%. El 73% de los estudiantes que finalizan la secundaria carecen de habilidades matemáticas básicas, y sólo el 13% de quienes inician este nivel lo concluyen en tiempo y forma. Estas cifras no son simples números, son testimonios de un sistema que ha fallado en su misión fundamental.

El contexto social agrava aún más la situación. Con índices de pobreza que rondan el 54% y un 20% de indigencia, muchos niños y adolescentes enfrentan barreras insuperables para acceder a una educación de calidad. Un millón de ellos, según UNICEF, se van a la cama con hambre cada noche. En un país rico en recursos como Argentina, esta realidad es un recordatorio brutal de nuestras fallas como sociedad.

El derecho a la educación frente al derecho a huelga

El sistema educativo enfrenta un conflicto entre el derecho de los docentes a huelga y el de los estudiantes a la educación, ambos constitucionales pero no absolutos. La propuesta de Educación Estratégica Esencial busca equilibrarlos mediante guardias mínimas en las escuelas durante paros, asegurando servicios básicos y clases. Esto incluye un 30% de cobertura los primeros dos días y 50% a partir del tercero. Inspirado en modelos de países
como Francia y Alemania, este cambio aborda una problemática histórica: desde 1983, Argentina ha perdido el equivalente a seis ciclos lectivos completos por conflictos educativos. La implementación de este sistema busca garantizar la educación sin deslegitimar el derecho a huelga.

Reconstrucción del sistema educativo

No podemos ignorar que la implementación de este marco normativo debe ir acompañada de una serie de reformas profundas en el sistema educativo. Mejorar las condiciones salariales de los docentes, garantizar una infraestructura adecuada y revisar los planes de formación inicial y continua son solo algunos de los desafíos que enfrentamos.

En este sentido, la propuesta de generar incentivos positivos para los docentes, vinculando la capacitación con mejoras salariales o puntajes, es fundamental. Las universidades públicas argentinas, al incentivar la formación docente avanzada, demuestran que estas políticas no sólo son viables, sino también efectivas y aplicables a la educación obligatoria. 

En un sistema educativo que enfrenta limitaciones presupuestarias, cada recurso debe orientarse hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Asimismo, es crucial modernizar los estatutos docentes y revisar las licencias y cargos que han quedado obsoletos. En un sistema educativo que enfrenta limitaciones presupuestarias, cada recurso debe orientarse hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La importancia de la educación como política de Estado

En el siglo XIX, figuras como Domingo Faustino Sarmiento y Julio Argentino Roca sentaron las bases de un sistema educativo que se convirtió en modelo a nivel mundial. La ley 1.420, que estableció la educación laica, gratuita y obligatoria, no solo construyó escuelas, sino que también promovió un proyecto de inclusión social y movilidad ascendente. En 1910, Argentina era el país más alfabetizado de América, exportando manuales y docentes al resto
del continente. La experiencia histórica argentina ofrece lecciones valiosas.

No obstante, a partir de la década de 1960, comenzamos a descuidar este sistema. La creencia de que la educación podría sostenerse por inercia condujo a su deterioro progresivo. Hoy, los indicadores de calidad educativa reflejan una decadencia que coincide con el declive económico, social y político del país.

Conclusión

La Educación Estratégica Esencial es más que una propuesta legislativa; es una declaración de principios. Es el reconocimiento de que la educación es un derecho fundamental que no puede ser postergado. Es un llamado a renovar la promesa de nuestros padres fundadores, a construir un país donde cada niño tenga la oportunidad de aprender, crecer y prosperar.

*Diputado Nacional. Exministro de Educación durante el gobierno de Mauricio Macri. Exrector de la Universidad Nacional de La Matanza. Autor del proyecto de ley que declara a la educación obligatoria como servicio estratégico esencial